NORIAS DE AGUA (2ª PARTE)

CONSTRUCCIÓN Y TIPOS DE NORIA

En la construcción de las norias primero se utilizó la madera. La realizaban maestros carpinteros que empleaban cuñas y ensamblajes de madera.
A mediados del siglo XIX con la generalización del uso del hierro las empezaron a construir los maestros herreros. Eran norias más resistentes que combinaban el uso de madera   y hierro en su estructura.

Mientras que la noria fluvial, emplazada en los ríos, era más grande, la de pozos o acequias era de proporciones más pequeñas. La madera empleada era generalmente de las existentes en los alrededores, sobre todo, maderas duras, engrasadas de tal manera que el recubrimiento impedía la absorción de agua y su consecuente deterioro.
La noria de río está formada por dos ruedas de madera o hierro dispuestas sobre un engranaje. Entre las dos ruedas hay unas palas de perfil plano y  en sus extremos lleva unos arcaduces o cangilones.
Estos elementos de recogida del agua eran de barro o madera, usándose también jarrones de metal.
Sujetada sobre muros de piedra o sillares, una vez colocada, sólo quedaba que la naturaleza hiciera el trabajo. Podían estar situadas junto al cauce.  
Y también un poco más alejadas, dependiendo del lugar idóneo para su ubicación. Los hortelanos desviaban el agua a través de una “ZUA” hecha de piedras en el cauce del río. Así desviaban el agua por un canal hecho de tierra o de piedras que conducía el agua hasta la noria.


Todos estos elementos unidos hacían una función sencilla pero muy eficaz. El agua chocaba con las paletas y hacía que la humilde maquinaria  empezara a dar vueltas. Al mismo tiempo, los recipientes de recogida del agua se llenaban para depositarla en la parte superior en un canal paralelo a la rueda llamado Añaquil. Aunque por estos lugares lo llamamos Añaclí. De éste se encauza por un canal situado normalmente en el propio muro donde estaba la noria. Éste lleva el agua hacía un registro. A partir de aquí el jefe de riego o alcalde y los hortelanos la distribuían hacía las rigueras y establecían las normas de riego.

Los arreglos los hacían los carpinteros y los herreros. Los hortelanos ayudaban en ellos, sobre todo, cuando había que cambiar la madera donde estaba puesto el eje. Al ser el soporte de madera, éste se desgastaba por el rozamiento. Por lo que había que cambiarlo cada dos o tres años. Unos quince hombres hacían contrapeso para levantar el eje. Primero levantaban un lado y después el otro. También se utilizaron gatos hidráulicos para facilitar el trabajo.

Las norias de tiro eran llamadas así por que empleaban la tracción animal o humana. También eran conocidas como norias de sangre. Este tipo de norias aspiraban a aguas más tranquilas. Eran más pequeñas y de diferentes tipos. Se solían construir junto a pozos o acequias. Estaban compuestas por dos ruedas, una horizontal que movida por un animal, transmite su giro a otra vertical. Mueve una rueda o una cadena sin fin, empleando la fuerza de tracción animal, generalmente un borrico o un mulo, a los cuales se les solía tapar los ojos, como se suele decir, para no perder el norte. Los animales estaban atados a dicho palo horizontal. Estos  con su rotación inagotable conseguían que el agua brotase a la superficie, normalmente para regar huertos. Los elementos de llenado y sus arreglos eran iguales o similares a los de las norias de río. 



El ser humano también fue utilizado para mover este tipo de noria, aunque fue en tiempos de extrema pobreza y esclavitud. 



Con el tiempo otras fuerzas no naturales, como los motores de electricidad o gasóleo provocaron la decadencia y desaparición de casi todas.

En nuestro país han estado funcionando hasta bien entrado el Siglo XX. Podemos encontrar algunas aún en funcionamiento, aunque principalmente como reclamo turístico. Son iniciativas que mantienen vivo el ingenio milenario y la naturaleza, siendo aplicable a zonas en las que su olvido es patente.

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